Hoy se abren oficialmente las puertas del Parque Nacional del Folclor para recibir a miles de visitantes en la recta final de la versión número 61 del Festival Nacional de la Guabina y el Tiple, eje central de las ferias veleñas y uno de los encuentros culturales más emblemáticos del país.
Durante cinco días, la capital de la provincia se convierte en epicentro de música, bordados, dulces típicos y expresiones folclóricas que exaltan la identidad santandereana. Las notas del tiple y el requinto, los trajes bordados por manos artesanas y el inconfundible sabor del bocadillo serán protagonistas de una celebración que combina tradición, arte y dinamismo económico.
Más que una fiesta: un motor para la región
El alcalde Orlando Ariza estima que cerca de 40.000 personas visitarán Vélez durante el festival, generando un impacto económico de aproximadamente $50.000 millones. “Los hoteles están llenos, los artistas se alojan en municipios cercanos, y el comercio local vive su mejor temporada del año”, afirmó el mandatario.
Sectores como el gastronómico, el transporte, las artesanías y el turismo se ven directamente beneficiados. Elsa Pérez, bordadora y miembro de Asobordarte, destaca que “cada traje típico requiere cerca de dos meses de trabajo, y ya en cada casa hay al menos una persona bordando para atender la demanda”.
Cultura viva: entre la chicha, el piquete veleño y la parranda
El festival no solo es música: es también homenaje a la Virgen Nuestra Señora de las Nieves, cabalgatas, desfiles de flores, concursos de tiples y requintos, y la tradicional parranda veleña, que este año reunirá a más de 10.000 personas vestidas con trajes típicos.
Del 5 al 10 de agosto, Vélez se viste de tradición y música con el Festival Nacional de la Guabina y el Tiple, una cita que exalta el alma folclórica de Colombia. Reconocido por su colorido y por reunir a los más virtuosos intérpretes de requinto y tiple del país, el evento también incluye el Desfile de las Flores, donde grupos folclóricos de diversas regiones llenan las calles de ritmo y memoria. Según la Alcaldía de Vélez, esta celebración, que se realiza cada año el primer fin de semana de agosto, es mucho más que una fiesta: es un homenaje vivo a las raíces que siguen floreciendo en el corazón de Santander.
La feria se convierte en un espacio de reencuentro entre veleños que regresan a su tierra, turistas nacionales e internacionales, y comunidades que celebran la riqueza de su historia campesina y agroindustrial.








