Un fallo judicial revive la amenaza que por años se ha postergado: el relleno sanitario El Carrasco podría clausurarse definitivamente en menos de seis meses. La advertencia es clara y urgente: si los municipios del área metropolitana no presentan un plan conjunto, verificable y en funcionamiento para el tratamiento de residuos sólidos, el sitio dejará de operar el 1 de abril de 2026.
La alerta fue emitida por el juez que supervisa el cumplimiento del fallo judicial vigente desde 2011, durante una audiencia celebrada el 2 de octubre de 2025. El magistrado cuestionó la falta de avances reales en la transformación del relleno en un parque tecnológico ambiental, así como el incumplimiento de metas de reducción de residuos. Solo en septiembre se depositaron 29.561 toneladas de basura, 184 más que el mes anterior, lo que evidencia el fracaso en la meta de disminuir en un 15% la disposición final.
Aunque Bucaramanga y Floridablanca ya actualizaron sus planes de gestión de residuos (PEGIR), Girón y Piedecuesta siguen en trámites preliminares que podrían extenderse hasta 2027. Las obras clave —como la planta de preclasificación y la repotenciación de la planta de lixiviados— siguen sin entrar en operación.
El juez convocó a los alcaldes del área metropolitana, al gobernador de Santander y a los ministerios de Ambiente y Vivienda a instalar una mesa técnica ambiental desde el 6 de octubre, con reuniones periódicas hasta diciembre. La propuesta final debe estar funcionando antes de la vacancia judicial.
¿Qué está en juego?
• El cierre de El Carrasco pondría en riesgo todo el sistema de disposición final de residuos del área metropolitana.
• Sin un plan conjunto, los municipios quedarían sin lugar para depositar sus basuras.
• La ciudadanía debe asumir un rol activo: reducir, separar y reciclar desde casa ya no es una opción, es una urgencia.
¡Reciclar salva! Cada bolsa que no llega a El Carrasco es un paso hacia la sostenibilidad. La cuenta regresiva ha comenzado.
“Si El Carrasco cierra y no hay cultura de separación, el caos será total”, advierte Maritza Rueda, recicladora de oficio desde hace 18 años. “La gente no ve que cada bolsa mal clasificada nos quita trabajo y contamina más”. Por su parte, Andrés Castañeda, líder ambiental del colectivo Verde Vivo, insiste en que “el reciclaje no es solo una tarea del Estado, es una responsabilidad compartida. Separar en casa, reducir el consumo y apoyar a los recicladores son acciones que pueden evitar una crisis sanitaria”. Ambos coinciden en que el tiempo se agota y que la ciudadanía debe asumir un rol activo para evitar que Bucaramanga se quede sin destino para sus residuos.