En Colombia, millones de jóvenes se sienten hoy extraviados entre la frustración y el desencanto. La falta de oportunidades, la violencia estructural, la precariedad educativa y laboral, y la indiferencia institucional han sembrado una sensación de abandono que cala hondo. Pero en medio de ese dolor, se abre una grieta luminosa: la posibilidad de transformar el país desde las urnas.
Este octubre, la juventud tiene en sus manos una herramienta poderosa —el voto— para elegir a quienes los representarán como consejeros juveniles. No se trata de una elección menor. Estos consejeros, elegidos por y para jóvenes, tendrán durante cuatro años la misión de construir puentes entre la administración pública y las nuevas generaciones. Serán voceros activos en la formulación de políticas públicas, impulsores de agendas juveniles, garantes de que los planes de desarrollo incluyan sus intereses, y vigilantes del cumplimiento de programas que impacten directamente sus vidas. También serán representantes legítimos en espacios de decisión donde históricamente han sido excluidos.
Esta elección no solo es un acto democrático: es una declaración de dignidad. Es la oportunidad de que los jóvenes dejen de ser espectadores de su destino y se conviertan en protagonistas de la transformación. Pero para que esta esperanza se materialice, se requiere más que urnas. Se necesita una cultura electoral que reconozca el voto como herramienta de cambio, y una sociedad que acompañe ese proceso con responsabilidad.
Aquí entra en juego el papel de madres, padres, cuidadores, docentes y líderes comunitarios. Ellos también tienen una tarea urgente: motivar, orientar y respaldar a los jóvenes para que participen, se informen, debatan y elijan con conciencia. La democracia no se hereda: se cultiva. Y en ese cultivo, el entorno familiar y social es terreno fértil o estéril.
La juventud colombiana no está perdida. Está buscando. Y hoy, más que nunca, necesita que le digamos que su voz importa, que su voto pesa, que su esperanza es legítima. Porque cuando los jóvenes deciden, el país respira futuro.