En cada plaza pública, el presidente Gustavo Petro se presenta como el defensor de los jóvenes. Habla de inclusión, de paz, de oportunidades. Pero mientras sus palabras se elevan como promesas, sus decisiones presupuestales caen como sentencias. El recorte al Ministerio del Deporte —que en 2026 quedaría con apenas 310 mil millones de pesos, tras haber tenido más de 1,3 billones en 2024— no es solo una cifra: es una amputación al futuro de miles de jóvenes que entrenan, sueñan y compiten por Colombia.
Del discurso a la desfinanciación
El senador Esteban Quintero lo ha dicho con claridad: en tres años, el gobierno Petro ha retirado cerca de 3 billones de pesos al sector deportivo, una reducción del 70%. Y no se trata solo de medallas. Se trata de semilleros, de ligas regionales, de escenarios que hoy se deterioran por falta de mantenimiento. Se trata de madres que hipotecan sus casas para que sus hijos viajen a competir. Se trata de atletas paralímpicos que entrenan “con los ojos vendados” porque ya no hay recursos para asistir a torneos clasificatorios.
¿Qué pasó con el Ministerio del Deporte?
El Ministerio del Deporte fue creado en 2019 como una conquista histórica, tras décadas de lucha por dignificar el deporte como política pública. Su misión era clara: liderar estrategias de inclusión, salud, convivencia y representación internacional. Fue el salto de calidad que reemplazó a Coldeportes y que prometía consolidar a Colombia como potencia deportiva continental.
Hoy, esa promesa se desvanece. El ministerio se ha convertido en la “cenicienta del presupuesto”. Y el llamado “gobierno del cambio” parece haber olvidado que el deporte no es un lujo, sino un derecho. ¿El cambio de qué?
¿De prioridades? ¿De compromisos?
Voces que no se callan
La protesta de los deportistas en la Plaza de Bolívar, con pancartas que decían “El único patrocinador del deporte en Colombia es papá y mamá”, no fue solo simbólica. Fue un grito de dignidad. Fabio Torres, medallista paralímpico, lo resumió con crudeza: “Antes íbamos a todos los torneos. Ahora vamos con los ojos vendados”.
El gimnasta Ángel Barajas, medallista olímpico, pidió directamente al presidente que no le falle al deporte colombiano. Y Rigoberto Urán, leyenda del ciclismo, recordó que su carrera fue posible gracias al respaldo estatal. ¿Cuántos talentos quedarán en el camino por falta de ese respaldo?
¿Y ahora qué?
El senador Quintero ha citado a debate de control político. Las federaciones han exigido un presupuesto digno. La ciudadanía empieza a despertar. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿cómo puede un gobierno que se dice progresista despojar a los jóvenes de uno de sus principales motores de transformación?
El deporte no es solo competencia. Es salud, es comunidad, es memoria. Es la posibilidad de que un joven de Tumaco, de Quibdó o de Soacha represente a Colombia en el mundo. Es la herramienta más poderosa para construir paz desde el cuerpo, desde el esfuerzo, desde la disciplina.
Si el presidente Petro quiere defender a los jóvenes, que empiece por no quitarles el derecho a soñar en grande.








