En la madrugada de este miércoles, Cindy Vanessa Sánchez Rodríguez, de 32 años, fue víctima de feminicidio en el barrio Kennedy, al norte de Bucaramanga. Su compañero sentimental, José Miguel Barrios Galván, la atacó con arma blanca mientras dormía, arrebatándole la vida de forma cruel y silenciosa.
El crimen ocurrió hacia las 2:40 a.m. dentro de la vivienda que compartían. Según versiones preliminares, el agresor revisó el celular de Cindy y, al encontrar mensajes con su expareja, la atacó en un acto de celos. La mujer no tuvo oportunidad de defenderse ni de pedir auxilio.
Barrios Galván fue capturado minutos después, cuando intentaba refugiarse en el CAI Kennedy. Vecinos del sector, alertados por los gritos, intentaron lincharlo antes de que fuera entregado a las autoridades. El hombre tenía antecedentes por violencia intrafamiliar e inasistencia alimentaria, y la comunidad ya conocía los hechos de agresión previos.
Indignación y llamado urgente de la Fundación Mujer y Futuro
La Fundación Mujer y Futuro emitió un comunicado en el que expresa su profundo dolor y rechazo ante el asesinato de Cindy Vanessa. “Su asesinato, cruel y evitable, nos enluta y nos llena de indignación”, señala el documento. La organización denuncia la negligencia institucional y exige justicia, protección efectiva y prevención real de las violencias contra las mujeres.
“Detrás de cada feminicidio hay una historia de dolor, de advertencias ignoradas, de violencias que pudieron prevenirse”, añade el comunicado, que también abraza a la madre, hermana y familia de Cindy, quienes hoy enfrentan una pérdida inconmensurable.
Feminicidios en Santander: una alerta que no cesa
Con este caso, Santander suma al menos 11 feminicidios en lo corrido de 2025, según reportes del Observatorio de Feminicidios. A nivel nacional, se han registrado 126 feminicidios hasta octubre, siendo Santander una de las tres regiones con mayor incidencia, junto con Antioquia y Bogotá.
Organizaciones sociales insisten en que las rutas de atención deben activarse con enfoque de género, sensibilidad y celeridad. La omisión institucional frente a denuncias previas representa una falla grave en el deber de protección.
Cindy no es una más. Es una menos entre nosotras. Su historia debe dolernos, indignarnos y movilizarnos. Que su nombre no se pierda en el silencio. Que su muerte nos obligue a exigir respuestas, activar rutas y proteger a quienes aún están a tiempo.








