Este viernes 31 de octubre, justo al inicio del puente festivo de Todos los Santos, Santander enfrenta una doble emergencia vial que afecta la movilidad, la seguridad y la economía regional.
Cierre total en la vía Bucaramanga–Bogotá
Un derrumbe de gran magnitud provocó la pérdida de la banca en el corredor nacional entre los municipios de Oiba y Barbosa, en el tramo 45A06 ruta Troncal Central, sector Puente Nacional San Gil PR inicial: 70+550 donde se presenta movimiento de masa dejando incomunicadas varias poblaciones del sur del departamento. Las autoridades confirmaron el cierre total de la vía, principal conexión entre Bucaramanga y el centro del país. El colapso fue causado por la socavación del terreno tras intensas lluvias y el desbordamiento de fuentes hídricas.
Videos compartidos por la comunidad muestran cómo algunos viajeros intentan cruzar a pie el tramo afectado, mientras se espera la intervención urgente del Instituto Nacional de Vías (Invías).
Protesta en la Transversal del Carare, Vélez
En otro punto crítico del departamento, se presenta en la Tranversal del Carare, Vélez, en el tramo 6208, sector Landázuri -Barbosa PR inicial: 27+0300 PR final: 27+0330 donde se presenta movimiento de masa. Habitantes del municipio de Vélez desmontaron las talanqueras del peaje como forma de protesta por el deterioro de la Transversal del Carare. La vía, que conecta la provincia de Vélez con el Magdalena Medio, debido a que ha sufrido colapsos que han dejado incomunicadas a decenas de familias.
La comunidad denuncia que, pese a ser una vía nacional, la inversión estatal ha sido insuficiente. Líderes sociales señalan que desde 2017 se han recaudado más de $385.000 millones en los peajes de Oiba, Curití y Los Curos, pero solo una fracción mínima ha sido destinada al mantenimiento dentro del departamento. Para este año, Invías proyecta un recaudo de $72.182 millones por estos tres peajes, sin que se refleje una mejora sustancial en la infraestructura vial.
Clamor ciudadano por inversión y presencia estatal
Las protestas en Vélez y el colapso en Oiba evidencian el abandono de las regiones en materia de conectividad y seguridad vial. En plena temporada de alto flujo vehicular, los bloqueos y cierres no solo afectan a los viajeros, sino que ponen en riesgo el abastecimiento y la economía local.
Las comunidades exigen una intervención integral que incluya inversión real, mantenimiento continuo y atención urgente a los puntos críticos. “No es justo que se recauden miles de millones y las vías sigan siendo trampas mortales”, expresan líderes de la zona.








