Omaira Buitrago Villamizar, de 48 años, falleció este viernes 4 de julio tras permanecer dos días en estado crítico en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Santander. La mujer sufrió quemaduras en el 95 % de su cuerpo luego de la explosión registrada el pasado miércoles 2 de julio en una bodega ubicada en la calle 24 con carrera 10 del barrio Girardot, en Bucaramanga.
La emergencia, que se desató hacia las 3:30 p. m., dejó además a varios trabajadores heridos, entre ellos Luis Antonio Sánchez, de 20 años, quien también presenta quemaduras de alta complejidad y permanece hospitalizado.
¿Qué ocurrió en la bodega?
Según testigos, una fuerte explosión estremeció la estructura, seguida de un voraz incendio que consumió rápidamente los materiales almacenados, entre ellos pinturas, thinner, pipetas de gas y galones de alcohol. Las llamas alcanzaron a al menos diez personas que laboraban en el lugar, muchas de ellas sin protección adecuada ni afiliación a seguridad social.
Avanza la investigación: irregularidades laborales y falta de protocolos
Las autoridades confirmaron que el sitio no solo funcionaba como bodega, sino también como centro de fabricación de productos cosméticos, sin ningún aviso visible ni permisos conocidos. Se investiga si los trabajadores fueron contratados informalmente, sin hoja de vida ni garantías laborales. Algunos empleados denunciaron que no habían recibido su primer salario y que los pagos se hacían por plataformas digitales como Nequi.
El administrador del lugar se negó a rendir declaración, acogiéndose al derecho constitucional de guardar silencio.
¿Cuántas bodegas más operan sin control?
Aunque no se ha publicado un censo oficial, este caso ha encendido las alarmas sobre la proliferación de bodegas que operan en zonas residenciales sin cumplir con los requisitos exigidos por ley. La falta de inspección, control de uso del suelo y verificación de condiciones de seguridad pone en riesgo a cientos de trabajadores y comunidades enteras.
Un llamado urgente a las autoridades
Este trágico hecho debe convertirse en un punto de inflexión para las administraciones municipales. La muerte de Omaira no puede ser una estadística más. Es urgente que se refuercen los operativos de inspección, se actualicen los registros de establecimientos industriales y se garantice que ningún ciudadano tenga que arriesgar su vida por necesidad.