Por: Carlos Ibáñez Muñoz
En mi tiempo de salida para ejercitarme tuve la oportunidad de recorrer a pie algunos sectores aledaños al parque san Pío en Bucaramanga y de verdad que me conmoví y experimenté una profunda tristeza al observar cómo bajaban los avisos , desarmaban fachadas , sacaban en camiones muebles , cocinas , equipos y todos los elementos de varios restaurantes y bares que en avisos anunciaban su cierre definitivo y agradecían a la clientela a las cuales sirvieron con mucha calidad y esmero durante varios años.
Pero lo que más me entristeció fue observar cómo se enterraron los sueños y sacrificios de tantos lustros de muchos empresarios de antaño y jovenes chefs que le apostaron a la renovación y modernidad de la cocina Santandereana.El capital que invirtieron desapareció. No solamente se perdió todo lo invertido sino que los propietarios quedaron aniquilados con grandes deudas a bancos , proveedores , arrendadores, servicios públicos y salarios entre otras obligaciones.
Sentí que también perdí como millares de ciudadanos aquellos momentos y sitios llenos de recuerdos para degustar buena mesa y para compartir con cálidos seres humanos, extraordinarios momentos de afecto, amor , sonrisas, penas y alegrías.
También pensé en los miles de chefs , cocineros , ayudantes, meseros, domiciliarios, personal administrativo y en fin todos aquellos afines a esta industria que emociona nuestros sentidos y que recorrerán en el futuro caminos de incertidumbre y desesperanza sin posibilidades laborales.
Que vaina y disculpen el término pero creo que el gobierno no ha sido lo suficientemente acertivo en sus políticas para salvar a los restauradores de la quiebra y cierre de sus negocios, le ha faltado más imaginación y prontitud en la reapertura para palear las dificultades y al gremio más injerencia, unión y reclamo para que les presten la atención debida.
En juego está una industria que genera miles de puestos de trabajo y que fortalece el sector agricola del país representado en millares de campesinos y hombres del campo.
Pero como no se trata de llover sobre mojado , aún es tiempo de despertar y sacar del abismo esta importante industria colombiana.
¡Avivemos los fogones y pongamos la mesa!