El suicidio es un grave problema de salud pública rodeado de estigma, mitos y tabúes. Cada año cerca de 800.000 personas se quitan la vida a nivel mundial, lo que equivale a que a una persona muere por suicidio cada 40 segundos. Contrariamente a las creencias comunes, los suicidios se pueden prevenir con intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y, a menudo, de bajo costo. Se estima que por cada suicidio que se produce hay más de 20 intentos. El suicidio puede ocurrir a cualquier edad y es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en la Región de las Américas.
La pandemia de COVID-19 ha provocado pérdidas, sufrimiento y estrés. Centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante ahora, para permanecer conectados unos con otros y ser conscientes de los signos de riesgo de suicidio y cómo responder. Aun en estos tiempos en que hay mayor distanciamiento físico, las personas aún pueden mantener conexiones sociales y cuidar su salud mental.
Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales, como la depresión y el trastorno por consumo de alcohol, está bien establecido, muchos suicidios ocurren impulsivamente en momentos de crisis, como problemas financieros, ruptura de relaciones o dolor y enfermedad crónicos. Los suicidios se pueden prevenir reduciendo el acceso a medios letales (por ejemplo, pesticidas, armas de fuego, ciertos medicamentos) y promoviendo la educación y la capacitación en la comunidad sobre el riesgo de suicidio.
Es importante que la personas que padezca este ideacion suicidad o actos suicidas, se acojan de su red de apoyo: familia, amigos y profesionales de salud.