Más de seis horas de tensión, giros inesperados y rupturas políticas marcaron una jornada inédita en Bucaramanga, donde el exalcalde Jaime Andrés Beltrán intentó salvar su apuesta electoral tras la renuncia de su candidato Cristian Portilla.
Lo que parecía una jugada segura terminó convertido en un drama político digno de telenovela. El pasado jueves 6 de noviembre, Bucaramanga fue testigo de una maratónica jornada en la Registraduría, donde el grupo político liderado por Jaime Andrés Beltrán intentó inscribir a un nuevo candidato, el pastor y exconcejal Arturo Zambrano, tras la sorpresiva renuncia de Cristian Portilla.
Portilla, quien había sido inscrito con el aval de Cambio Radical, el Centro Democrático y el Partido de la U, se retiró apenas ocho días después de oficializar su candidatura, alegando motivos personales. Ante el vacío, Beltrán movió sus fichas y presentó a Zambrano como reemplazo. Pero lo que no esperaba era que Cambio Radical se bajara del bus a última hora, anunciando la ruptura de la coalición y advirtiendo posibles irregularidades en la inscripción del nuevo candidato.
La bomba estalló pasadas las 7:00 p. m., cuando Cambio Radical dejó claro que no respaldaría a Zambrano. Sin ese aval, la candidatura tambaleó. La presión, el reloj electoral y el temor a quedar fuera del juego llevaron a Beltrán a buscar una solución de emergencia: convencer a Portilla de retractarse.
Y así ocurrió. En la madrugada del viernes, Cristian Portilla volvió a decir “sí, amo”, aceptando retomar su candidatura, en un giro que dejó a Bucaramanga perpleja. La reversa fue posible porque la renuncia aún no había sido formalizada ante la Registraduría, lo que permitió reactivar su inscripción sin necesidad de nuevos avales.
Análisis y aporte editorial
Este episodio deja varias lecciones para el electorado y los actores políticos:
• La improvisación como estrategia puede tener costos altos. La falta de previsión y el afán por mantener el control político llevaron a una situación límite que pudo haber dejado sin candidato a una de las fuerzas más visibles de la ciudad.
• Las coaliciones no son blindajes eternos. El retiro de Cambio Radical evidenció que los acuerdos políticos pueden romperse en segundos, especialmente cuando hay dudas sobre la legalidad o legitimidad de los movimientos.
• La ciudadanía merece respeto y claridad. Este tipo de maniobras, aunque legales, pueden generar desconfianza y desmovilización en los votantes, que perciben el proceso como un juego de poder más que como una apuesta por el bien común.
¿Qué mensaje deja este novelón político? Que el poder no se improvisa, y que la ciudadanía está cada vez más atenta a las jugadas detrás del telón. Bucaramanga merece candidatos que lleguen por convicción, no por reversa.








