Los directivos de Fedepalma manifestaron los retos que tiene el sector palmicultor.
El Director General de Cenipalma, Alexandre Cooman, hizo referencia a tres dimensiones de la sostenibilidad: lo económico, lo social y lo ambiental.
Es así como hay un reto para asumir el cambio climático y variabilidad climática donde se busca productividad sostenible, que perdure en el tiempo. Al respecto, hay trabajos particulares en curso para tener sistemas de riego y lograr más aprovechamiento del agua disponible, y también mejoría genética buscando tener cultivares con un mejor comportamiento en condiciones de estrés hídrico.
Un segundo desafío está relacionado con la escasez de recurso humano y la inminencia de una transición y relevo generacional que implica apropiación del conocimiento por parte de los jóvenes, a quienes hay que impulsar para que se queden en el campo y generen riqueza. Allí también hay aspectos de contratación y capacitación que son relevantes y eso implica incursionar más en procesos de mecanización y tecnologías digitales para facilitar la labor de los trabajadores del campo.
Un tercer desafío es lo relacionado con prácticas ambientales porque el sector tiene indicadores positivos aunque hay tres etapas que asumir: ser más exigentes y autodisciplinados en aplicar la tecnología a nivel de predio para tener una producción más armónica con el medio ambiente; estimular los procesos de formalización a través de una certificación como APSColombia; y, lo tercero es comunicar los impactos positivos porque todavía hay estigmas hacia el sector y una percepción errónea.
Igualmente, dijo, las plantas extractoras deben aumentar su capacidad para aprovechar las nuevas tecnologías de manera que resulten eficientes y rentables.
Por su parte, el Presidente Ejecutivo de Fedepalma, Nicolás Pérez Marulanda, manifestó que hay grandes retos para el sector y para ello hay un intercambio de experiencias entre lo que viene haciendo Cenipalma y el trabajo de las empresas palmeras y de los palmicultores para crear una efectiva comunicación en doble vía, en la cual los científicos se nutren de la experiencia práctica y los palmicultores ayudan a validar y verificar en campo, los avances tecnológicos que se vienen desarrollando.
Otro reto es cómo se va a vender nuestro aceite alto oleico, fruto del híbrido interespecífico, material del cual ya hay cerca de 100 mil hectáreas sembradas y que tiene características específicas que lo hacen ideal para ciertos usos pero que por los volúmenes bajos que todavía se producen del alto oleico es difícil venderlo.
Sostuvo que la palmicultura colombiana ha crecido 80% en área en una década y se ha hecho de forma sostenible con el ambiente por lo que 99% del área cultivada es libre de deforestación, tal como lo exigirá el mercado europeo a partir de 2025. El crecimiento ha sido inclusivo y promoviendo el bienestar, pero a la vez implica nuevos retos más allá del incremento de área y productores.
Hay un entorno de mayor complejidad e incertidumbre relacionado con realidades ambientales y exigencias de calidad. Las brechas en productividad son diversas y complejas y para ello la asistencia técnica genera cambios en adopción tecnológica ampliando la cobertura con un enfoque integral.
Producción en alza
En cuanto a la producción, Pérez Marulanda, expresó que “hemos tenido un par de años muy favorables en materia de producción gracias a que ha habido un buen clima y que los precios han propiciado la correcta atención de los cultivos y esto se ha demostrado en unas cifras de producción récord en los últimos dos años y que en lo corrido de 2023 se ha consolidado”.
A agosto la producción de los últimos doce meses superó 1,8 millones de toneladas y el cierre del año, seguramente, será muy favorable.
Sin embargo, se enfrentan dos situaciones especiales para el sector, que se han ido marcando con el tiempo, como son la creciente variabilidad del clima y volatilidad del mercado.
“No podemos bajar la guardia y es muy importante que mantengamos la productividad, eficiencia, sostenibilidad y capacidad de adaptación a este entorno cada vez más volátil y cambiante”, afirmó el dirigente gremial.
Igualmente, dijo, es clave asegurar la calidad del aceite que se produce en Colombia porque el mercado cada vez es más estricto. Así mismo, hay unos criterios que son fundamentales para la defensa de nuestros aceites a mejores precios y para el ingreso a ciertos mercados.
El aceite de palma colombiano se ha caracterizado históricamente por su alta calidad, sin embargo los seguimientos que se han venido haciendo a lo largo de este año, demuestran que no en todos los casos se está cumpliendo con esos criterios, por lo que es clave abordar con conciencia esta situación, dado que afecta el posicionamiento de nuestro país, sostuvo el Presidente Ejecutivo de Fedepalma.
Hay prácticas que ya están implementadas en muchas extractoras e incluso ya han sido probadas y desarrolladas en otras latitudes y que sirven para el cumplimiento de los diferentes criterios.
Así mismo, anunció que se está buscando ampliar el número de laboratorios elegibles para hacer la medición de los diferentes indicadores de tal forma que las plantas tengan referentes claros de si se está cumpliendo o no.
Otro gran reto se deriva de las regulaciones que en Europa empezarán a aplicarse prontamente referente a cumplir con la trazabilidad del producto para garantizar cero deforestación, así como los temas de derechos humanos y prácticas saludables. Esto implica un reto grande que exigirá hacer la georreferenciación de la totalidad de las fincas palmeras del país, un esfuerzo que ya inició la Federación.