Siete décadas tuvieron que pasar para que un nuevo monarca de la realeza británica fuera coronado rey.
En un día lluvioso, en la Abadía de Westminster, se realizó la ceremonia donde el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, pone en la cabeza de Carlos III la corona imperial de San Eduardo de 360 años de antigüedad.
En una ceremonia solemne y emotiva, entre dos mil invitados, donde se encontraron diferentes líderes y personalidades del mundo, el cuadragésimo monarca asciende oficialmente al trono.
4.000 tropas realizaron el saludo real desde el palacio de Buckingham, al nuevo rey Carlos III y la reina consorte, Camila Parker, mientras el público se agolpó en sus alrededores para ver el tradicional saludo de los reyes con varios miembros de la familia real desde el balcón del palacio.
Finalizan los actos protocolarios, cuando los reyes abandonan el balcón y el público pronunciando «God save the King», Dios salve al rey.